viernes, 9 de noviembre de 2007
Zemmoa
La primera vez que la escuché fue en la casa de un amigo al que tuve que visitar para volarle un poquito de su marihuana. Estaba a punto de largarme pero sacó uno de sus porros, famosos por ser descomunales; tras fumarlo puso algo de música en la computadora, sonó una extraña canción. Kate Moss y Carmen Campuzano eran las protagonistas en la letra, se exaltaba el uso de la cocaína y las fiestas de con luces de colores. Aunque sencilla, la música incitaba al baile, además, las letras hacían que el cuarto se llenara de carcajadas mías. Bailábamos con ademanes exagerados y nos sentíamos llenos de un glamour irónicamente naco. Le pregunté por el nombre de la cantante –Zemmoa– contestó con ojos emocionados e hizo una descripción que le tomó media hora, sobre este personaje, mismo que iría a ese mismo departamento, unos días más tarde para celebrar el cumpleaños de mi amigo, el pacheco.
Llegué a esa fiesta solo y temprano, ella llegó tarde y con la mitad de las personas que llenaron el lugar. Todos bailamos sus canciones y ella se quejaba de que nunca encuentra zapatos de su número, calza del nueve. En medio de todas esas personas metiéndose cocaína, mariguana y alcohol, a ella, la vi tomar solamente un trago de cerveza. Iba vestida de azul. Dj Gua Güis no dejaba de tocar buena música y nadie dejaba de disfrutar. Me acerqué a hablarle, no sé, me gustaba su actitud, mejor dicho, me gustaba ella. No escuchó una sola palabra de lo yo decía y me miró de una manera extraña, tuve que alejarme y me conformé con seguir bailando. Me fui tarde y muy borracho, ni siquiera vi cuando Zemmoa se había ido.
Meses después la volví a encontrar, esa noche Gael García había organizado una fiesta para apoyar uno de sus proyectos llamado: Callejero. Esta vez, vestía una blusa roja y llevaba su estuche Chanel. Su cabello negro sobresalía entre todo el mar de cabezas que se habían reunido en el primer piso del Covadonga para chupar gratis. La saludé y, sin reconocerme, me respondió el saludo besándome en la mejilla, yo aproveché para abrazarla, olía bien. Uno de mis amigos me preguntó si la conocía, –claro que sí –contesté para alardear un poco sobre mis amistades. Entonces él me platicó un poco, casi nada del Zemmoa pasado. Él había sido su compañero en el colegio Madrid, una escuela para los niños de clase media alta que viven en el sur del D.F. Según el testimonio, no sé si tan confiable, de mi amigo, Zemmoa había sido un adolescente raro, un desmadre; me dijo también que lo habían corrido de este colegio por agarrarle la nalga a uno de sus profesores y que probablemente haya terminado en el Instituto Escuela (vaya nombre), otro colegio del sur en donde terminan casi todos los exiliados del Madrid. Esa noche volví a ponerme una tremenda borrachera y la hallé en las escaleras para ir a la salida o al baño. Entonces, volví a decirle un montón de incoherencias pero esta vez creo que sí me escuchó pues vi en su cara, una expresión desconcertada. Seguramente le dije un montón de mentiras como que la quería mucho y que era mi mejor amiga pero que se había vuelto muy fría conmigo desde que empezó a ser famosa. Me contestó algo, no lo recuerdo y alguien interrumpió nuestra charla. Yo la dejé ahí hablando con ese alguien y bajé solo esas escaleras.
Vinieron muchas fiestas más en las que la vi sin atreverme a saludarla, el alcohol era el que me daba valor para acercarme a ella pero yo estaba en mi época de rehabilitación y no pude hablarle. Eran fiestas como MTV, revista Celeste, etcétera.
Después, alguien de esta revista, Anal Magazine, me pidió que la contactara para hacerle una entrevista, me habían escogido a mí porque era al único que le gustaba su música y sabía el look que tenía ese mes. Me gustaba más que nunca cuando usaba una valerina que le recogía su cabello lacio y largo porque lucía verdaderamente como un personaje de Almodóvar.
Me puse en contacto con ella a través de esa cosa tan enajenante que se llama Myspace, le propuse una entrevista para esta revista que entonces sólo era un proyecto y no mencioné el perfil de la publicación. Ella contestó de inmediato y me pidió que le explicara más del asunto. Pasó una semana, yo tenía que pensar exactamente lo que iba a decirle para explicar la modalidad de mis preguntas, de la sesión de fotos que queríamos hacerle y, en general, de toda la publicación para que la idea sonara aceptable para ella y para Naomi, su representante. No quería asustarlas pero, al parecer, eso hice con mi respuesta. Pasaron un par de meses y yo seguí expectante de alguna señal, si hubiera recibido una negativa rotunda habría desistido de buscarla pero sólo recibí silencio. Decidí abordarla nuevamente en cualquier oportunidad que tuviera. No tuve que esperar mucho porque unos días después, en un Patio de mi Casa vacío a las dos de la mañana, ella se presentó. Iba vestida con medias negras, una chaqueta parecida a las que hacía Karl Lagerfeld en los noventa y con el look que más me ha gustado de ella, estaba con Quetzal, sí, el diseñador que se junta con Marvin. Al escuchar Anal Magazine me dijo –lo siento mucho, no puedo ayudarlos–. Me sentí mal, no sabía por qué me rechazaba de manera tan terminante, de cualquier modo, yo estaba decidido a hacer mi artículo y la seguiría buscando sin parecer un fanático peligroso.
Otra vez, en el Patio de mi Casa, la reencontré. Ambos esperábamos a que Jeremy Scott nos pusiera a bailar con música escogida por él mismo, yo no esperaba demasiado de esto, pues Jeremy se volvió famoso por hacer ropa, de cualquier forma fui para tomarle algunas fotos. La vi salir del cuarto en donde hay una virgen neón y comenzó a posar para uno de los paparazzi que buscaban fotos lindas para sus diarios, igual que yo. Ella se acostó sobre una de las sillas e hizo poses de diva, de aquella mujer que siempre quiso ser y en la que ya se ha convertido. Yo la observaba divertido y a su vez admirado. Jeremy Scott llegó al sitio, tocó su música y todos bailábamos con nuestras cámaras apuntando hacia él. Zemmoa y otros se subieron al escenario para lograr un poco de atención de los que ahí estábamos, lo logró, como siempre, aunque esta vez su actitud me pareció un poco oportunista. De cualquier manera, se veía bella, como siempre. La música del diseñador-dj se terminó y la volví a encontrar en mi camino al baño. Ahí fue cuando volví a platicar con ella.
–Zemmoa, hola. Sé que no me conoces, escribo en una revista, se llama Anal, no sé si recuerdes que alguna vez te pedí una entrevista – dije tímidamente y tocándole uno de sus delgados brazos. –Sí, si me acuerdo –contestó con el ceño fruncido, como si acabara de llegarle a la mente un mal recuerdo, –te voy a decir la verdad, es que yo no puedo aparecer en una revista con ese nombre.– Tal habrá sido mi cara de tristeza que me tomó cortésmente de la mano y nos acercamos a la barra para platicar más cómodamente. –No quiero parecer mala pero es que yo no tengo nada que decirles, yo no me identifico con lo gay, yo soy una dama. Sólo puedo recomendarles que se acepten, que dejen de excluirse entre ustedes y pues que disfruten.–
Le dije que haría este artículo y le di el título, esto iba a llamarse: Crónica de su rechazoy siguió hablando sobre la postura que debe tener un homosexual hoy en día, o sea, que el gay en la actualidad no debe excluirse a sí mismo ni de las personas de otras orientaciones sexuales. Le di las gracias, un beso de afecto, prometí no molestarla de nuevo y salí del lugar. En mi camino a casa, unas escasas cuadras, pensé que quizá lo que me había dicho estaba mal, que nosotros los jotos tal vez sí queremos sentirnos fuera de los parámetros de la normalidad establecida, que sí necesitamos una diferencia para identificarnos con algo o para sentirnos, de alguna manera, especiales. No buscamos el rechazo pero sí la afirmación de que tenemos una especie de mundo aparte. Me decepcioné un poco con su renuencia porque me quedé sin saber más de ella, sin desentrañarla completamente pero también comprendí que de eso se trata el juego, de parecer una idea, algo inalcanzable para la mayoría es a lo que le llamamos fama.
Después la volví a ver pasar dentro de un auto destartalado, junto a un conductor desconocido, en una avenida de Coyoacán, la miré alejarse rápidamente como una luz de color que se atraviesa, arreglada y viendo su imagen de estrella en el espejo de aquel viejo carro, cuidando su apariencia pues, después de todo, de apariencias está hecho el mundo. Y aquí, ella, está alcanzando el éxito.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
qué post tan largo. y tan bueno. saludos.
WTF!
¿Alguien evidentemente gay, y que evidentemente usa el ano como un punto de placer no puede aparecer en una revista que se llama anal? Entonces, lo aceptablemente gay, es decir, la línea entre ser un niño delgado con pestañas postizas que se rotula 'dama' y un puto con vestido es intelectualizar a Paris Hilton, meter dos beats repetidos con una voz desafinada, jotear sin comprometerse... y por comprometerse no hablo de salir vestidos de arcoiris y volvernos blancos de tanta vuelta, sino hacer una defensa sin descanso por el cuerpo y la cabeza y las infinitas combinaciones entre ambos... reivindicar el lugar del placer tanto como el de la palabra (por que así van de la mano). Sí, verga, ano, axilas, pies, boca, ojos son parte central de la experiencia de cualquier hombre gay, use o no pelucas. Zemmoa forma parte del arte como el no-arte, de la redención homosexual desde el consumo y la auto-mofa simplona, Zemmoa huye de la palabra Anal pero estoy seguro que aspira a salir un día, con suerte, en la portada del Tv Notas aunque el titular sea 'Vestida se burla de la Campuzano'... ese es su lugar...
Gran articulo! Gran revista! que mas se puede decir... Zemmoa no es mi persona favorita... never was, never will be. Si en este momento me quejara amargamente contra ella me pondria en evidencia, que quiza le envidio un poco... (the boy I liked kisses her oftenly...)asi que en vez, me convertire en una "dama" (jajajaja)
y me saldre a bailar con mis tacones purpuras y me tomare fotos cual diva, bueno minimo me gustaria irme a bailar...sip
Besos!
Love your articles bitch! ;)
"de eso se trata el juego, de parecer una idea, algo inalcanzable para la mayoría es a lo que le llamamos fama"
pues zemmoa de una o de alguna otra forma esta ahi.
Desafortunadamente, las apariencias son un juego que esta presente a diario. Lástima que no podamos dejarlas atrás.
Al mismo tiempo, ¿realmente seguiría siendo divertido vivir sin ellas?
Esta naca
es un maricon tremendo
dama?
hahahahaha
seguro
Publicar un comentario